lunes, 14 de abril de 2008
12:48
Odio estar prendida a tus labios y no poderte robar un beso,
Estar al lado de tu corazón y no sentir como palpita en tu pecho,
Canto por el desenfreno que hay en mí cuando te vas,
Por las noches de frió que me regalas sin piedad,
Mis manos están sangrando, mis labios pálidos y mis parpados caídos,
Soy pintura muda para ojos grises,
Soy un mundo silencioso para oídos muertos.
Quiero hallar en tu pecho la puerta blanca a tus sentimientos,
Quiero ser extraña, quiero que seas extraño,
Intuida, suspirada, delirada, perseguida,
Piedra clave para la pared de tus ilusiones,
No quiero ser sombra, ni espina, ni tristeza,
Déjame ser bacilo de tus enfermedades de amor,
Muerte a tu nostalgia y tu el fin de mi pestilencial melancolía.
Canto, a la lapida del desamor,
A los días de hedor,
Al torrencial de cabellos desfallecidos por el tiempo,
Al viento que se lleva los suspiros benévolos de los años,
A los sueños que nunca fueron,
Al silencio debajo de las flores.
Me resguardo callada tras la espalda de las horas,
Tras el desprecio y la osadía,
Tras la astucia y la veracidad,
Me resguardo, aquí callada y me ausento poco a poco
En mi tartamudez para el amor.